“Axolotl” suele considerarse como uno de los cuentos más representativos de la obra fantastica de Julio Cortázar. Sin embargo, seria injusto verlo sólo desde el punto de vista de la literatura fantástica. De hecho, esta obra plantea unos problemas muy importantes acerca de la narración. “Axolotl” está formado de dos partes, es decir, la primera en que el narrador se fascina con los axolotl y se sumerge en el sueno de la metamorfosis, y la segunda donde la conciencia del narrador se divide en un yo como narrador y el otro yo como axolotl. Es en esta parte donde se presenta el problema de la narración. El narrador, encerrado en el cuerpo de un axolotl y enfrentado al otro yo que lo mira del otro lado del vidrio, se da cuenta de que ya no puede comunicarse con el. En esta circunstancia, el narrador confia en que algún día el otro escribirá un cuento sobre un hombre que se ha convertido en un axolotl. Aquí se sugiere que nosotros estamos leyendo nada menos que el cuento que ha escrito éste. ¿Quién ha escrito este cuento en realidad? Como hemos visto, el narrador, que está encerrado en el cuerpo del axolotl, está desprovisto de todos los medios para expresar sus dolores, sus desesperaciones y su soledad. Es decir, nunca podrá escribir este cuento y confia al otro el papel del narrador. Por otra parte, el otro, que está fuera del acuario, sí tiene palabras para contar la historia, pero está desprovisto de la experiencia de la vida del axolotl. Así se plantea la antinomia de la escritura o la narración. Hay un abismo insalvable entre el mundo de lo inefable y el del habla. Este cuento nos hace reflexionar sobre la función de la escritura como puente de dos mundos incomunicados.