出版社:Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación
摘要:En este artículo se desarrolla una reflexión acerca de la importancia de la bioética en la educación del siglo XXI, para el desarrollo de acciones coordinadas, democráticas y con mayor participación en la consolidación de los compromisos sociales, orientados al cuidado del medioambiente y la biodiversidad. Partiendo del razonamiento de Imannuel Kant acerca de la relación entre el progreso y la educación, se sostiene que son los bioeticistas quienes están llamados a proporcionar las herramientas necesarias para orientar los debates públicos con alto grado de complejidad, acerca de los riesgos y los beneficios implícitos en las diferentes aplicaciones del desarrollo tecnológico-científico. Sin embargo, se afirma a la vez que la bioética no es una disciplina exclusiva de los filósofos expertos en materia moral ni que de ésta pueda esperarse la enseñanza necesaria para formar ciudadanos moralmente buenos o virtuosos; se trata más bien de una rama de la filosofía que abre espacios para el debate multidisciplinario y la acción intradisciplinaria. Asimismo, se ofrecen argumentos para mostrar que la enseñanza de la bioética no implica el abordaje de una dimensión exclusiva y aislada, es decir, como una disciplina estrictamente moral o jurídica; y que tampoco es posible desligarla de su naturaleza política. Sino que es precisamente esa triple dimensión normativa de la vida pública (ética-política-derecho) la que permite establecer un vínculo teórico-práctico para la consolidación de la bioética, como una herramienta para guiar la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales del siglo XXI. En este artículo se desarrolla una reflexión acerca de la importancia de la bioética en la educación del siglo XXI, para el desarrollo de acciones coordinadas, democráticas y con mayor participación en la consolidación de los compromisos sociales, orientados al cuidado del medioambiente y la biodiversidad. Partiendo del razonamiento de Imannuel Kant acerca de la relación entre el progreso y la educación, se sostiene que son los bioeticistas quienes están llamados a proporcionar las herramientas necesarias para orientar los debates públicos con alto grado de complejidad, acerca de los riesgos y los beneficios implícitos en las diferentes aplicaciones del desarrollo tecnológico-científico. Sin embargo, se afirma a la vez que la bioética no es una disciplina exclusiva de los filósofos expertos en materia moral ni que de ésta pueda esperarse la enseñanza necesaria para formar ciudadanos moralmente buenos o virtuosos; se trata más bien de una rama de la filosofía que abre espacios para el debate multidisciplinario y la acción intradisciplinaria. Asimismo, se ofrecen argumentos para mostrar que la enseñanza de la bioética no implica el abordaje de una dimensión exclusiva y aislada, es decir, como una disciplina estrictamente moral o jurídica; y que tampoco es posible desligarla de su naturaleza política. Sino que es precisamente esa triple dimensión normativa de la vida pública (ética-política-derecho) la que permite establecer un vínculo teórico-práctico para la consolidación de la bioética, como una herramienta para guiar la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales del siglo XXI.