摘要:La crítica ha enfatizado excesivamente el carácter ornamental de la escritura modernista. Pero el modernismo usó las imposturas del estilo para desmantelar las oposiciones culturales alentadas por el positivismo. Así, los objetos importados de la tienda apenas resultan distinguibles de aquéllos que presumen de una procedencia más “elevada”, como el museo y las galerías de arte. El estilo va de compras, se extasía frente al probador de la escritura, de manera no muy diferente a como lo hace la mujer. La escritura se transforma entonces en guardarropía, en bal masqué. Los viajes a la tienda de Enrique Gómez Carrillo evidencian la imposibilidad de liberar el deseo y distribuirlo al mismo tiempo por canales seguros. Nada garantizaba que, al traspasar el umbral de la tienda, el sujeto masculino no fuera interpelado también por el mismo deseo que la mujer. Si en principio se pensaba, se creía, que la tienda era el emporio y la apoteosis de lo femenino, al entrar a ella Gómez Carrillo se inicia, despierta frente a un perturbador espejo que lo enreda al deseo de la compradora. La vitrina de la tienda y el «reino interior» intercambian miradas de complicidad, permutan sus identidades.