En el año 2000, Vladímir Putin llegó a la Presidencia de Rusia y le imprimió impulso a la industria de defensa. Sin embargo, hubo que esperar el final de esa década, cuando se pudo constatar la simplicidad del tejido productivo del país, así como su debilidad militar, para que esta industria pasara a ocupar un lugar prioritario. En 2010 se aprobó un nuevo programa de armamento que, aunque con ciertas deficiencias –y con la corrupción como una amenaza–, está reestructurando la industria y recomponiendo la capacidad defensiva del país. En este artículo se analizan los cambios en la industria de defensa rusa, prestando una atención especial a los últimos cinco años.