Rodriguez, Jimena N. Conexiones transatlanticas. Viajes medievales y cronicas de la conquista de America.
Estrada, Oswaldo
Rodriguez, Jimena N. Conexiones transatlanticas. Viajes medievales
y cronicas de la conquista de America. Mexico: El Colegio de Mexico,
2010. 268 pp.
Dividido en cuatro capitulos, el libro de Jimena Rodriguez presenta
un acercamiento riguroso y sugerente sobre el relato de viajes
hispanico-medieval y su adaptacion en las cronicas de la conquista.
Tomando en cuenta el universo discursivo de la literatura de viajes,
donde por lo general un sujeto "descubre" en primera persona
un espacio desconocido con descripciones del clima, el paisaje, la
flora, la fauna y las costumbres de los habitantes que encuentra en su
recorrido, la critica rastrea la experiencia "literaria" que
ofrece el viajero como narrador-personaje de sus propias aventuras,
creando un efecto de realidad y verosimilitud en el puente mismo de lo
real e imaginario.
Tras la exposicion certera de esta retorica y poetica regida por
sus propias leyes de partida, travesia, encuentro y retorno, Rodriguez
estudia el viaje que Bernal Diaz registra en linea recta hacia la
imperial ciudad de Tenochtitlan; la circularidad con que Cortes enmarca
el trayecto a las Hibueras; y el zigzageante deambular narrativo de
Alvar Nunez Cabeza de Vaca por los caminos ignotos de la Florida. Visto
asi, uno de los mayores aportes del libro es enfatizar de nueva cuenta y
desde una perspectiva innovadora la literariedad de la Historia
verdadera de la conquista de la Nueva Espana (1632), las Cartas de
relacion (1519-1526) y los Naufragios (1542), textos indudablemente
historicos cuyo agregado artistico sigue atrayendo a nuevas generaciones
de lectores en lo que va del siglo xxi.
Consciente de que el "relato de viajes" no existe como
forma textual en la epoca medieval, Rodriguez busca el secreto narrativo
de las cronicas de la conquista en los "itinerarios" y
"libros de maravillas" que tanto influyeron en los primeros
conquistadores y cronistas. Revalidando estudios anteriores, en el
primer capitulo arguye que a traves de experiencias (textuales) propias
y ajenas, o de lo heredado y lo adquirido, los cronistas viajeros
recalcan la "heroicidad del viaje" narrando los obstaculos de
sus rutas, los peligros del terreno, la ausencia de caminos y los
problemas de comunicacion. Si bien la leccion es conocida, con sutileza
Rodriguez anota una serie de factores que nos hacen sentir que los
textos historicos en cuestion poseen giros literarios. Por eso ratifica
la presencia inconfundible de un lenguaje hiperbolico y emotivo, las
sorpresas que se instalan en la narracion, la perspectiva privilegiada
de un testigo ocular, la confluencia del presente de la escritura con el
pasado de la experiencia, la certera apelacion a un destinatario textual
y los paralelismos con otras esferas de realidad (47-52).
En el segundo capitulo Rodriguez confirma las tradiciones
discursivas que confluyen en las cronicas de Indias--como el discurso
juridico, la novela de caballerias, o los relatos de naufragios-,
concluyendo que la alternancia de lenguajes, topicos y procedimientos
narrativos revelan "un trabajo estetico pensado, medido y
distanciado, que implica una labor conscientemente literaria por parte
de sus autores" (75). Aunque es arriesgado decir que dicha maniobra
narrativa proviene de un proceso consciente o calculado, con toda razon
la critica se ampara en los detalles que implicitamente hablan de una
"operacion literaria" a la Ricoeur, ya sea el incremento de la
caracterizacion, la repeticion de motivos y variacion de tonos, la
diversidad de puntos de vista o el poder evocador de las metaforas (87).
Lo indiscutible, desde luego, es que debido a la organizacion de estos
factores, el producto final que llega a nuestras manos nos engarza por
su calidad historica y literaria, tal vez porque el narrador-viajero se
presenta en el texto escrito con el arma de su experiencia, manipulando
varios tiempos a la vez, con una serie de recursos linguisticos y tropos
poeticos que nos hacen sentir que estamos leyendo algo mas que un relato
documental.
Al exponer los procedimientos de escritura que comparten el relato
de viaje hispanico-medieval con las cronicas de la conquista, en el
tercer apartado Rodriguez presta atencion al itinerario espacial y
temporal; la modelizacion de un relato persuasivo; la construccion de un
mapa de palabras donde se omiten o resaltan fechas concretas; y el
hallazgo como recreacion de lo visto. A partir de ahi la critica senala
la similitud tematica de los territorios recorridos: el enfasis en la
fertilidad de la tierra o en la presencia de agua, los accidentes
geograficos que dificultan el viaje, el asombro del viajero que no
encuentra las palabras apropiadas para contar lo vivido o la
espontaneidad con que se narra lo vivido. Recurrentes tambien, senala
Rodriguez, son las descripciones de las ciudades halladas, la
construccion de edificios, puentes, monumentos; la cantidad de
habitantes y sus respectivos gobernantes, el delineamiento de sus
costumbres y vestimenta, oficios, etc.; y por supuesto el inventario de
la cantidad y calidad de los alimentos. Para comprobarlo Rodriguez nos
remite una y otra vez a diversas cronicas que en conjunto y de forma
individual tallan una imagen del Nuevo Mundo como "el lugar de la
abundancia" (156).
Poniendo a prueba sus propios postulados, en el cuarto capitulo, la
autora analiza los itinerarios y preparativos, el trayecto textual y sus
obstaculos, las particularidades de cada hazana, o los encuentros
irrepetibles de las idas y vueltas que encontramos en los respectivos
relatos de viaje de Bernal Diaz, Hernan Cortes y Cabeza de Vaca. Por lo
tanto, Rodriguez recalca las tretas de un viejo narrador que cuenta lo
que vio "desde el horizonte cultural propio y en funcion de
objetivos claramente delimitados por la dimension persuasiva de su
relato" (183-84); enfatiza las maniobras de un Cortes habilidoso
que sale ileso de su texto, "porque logra convertir la expedicion a
las Hibueras en un servicio prestado a la Corona" (202); y acentua
el protagonismo calculado de un Cabeza de Vaca que autoriza su discurso
desautorizando a Panfilo de Narvaez hasta que el "yo-protagonico se
convierte en un explorador, un buscavidas, un erratico personaje que
solo y despojado de su mision [...] se interna por el continente"
(215).
Escrito con fluidez y elegancia, el libro concluye como cada uno de
los viajes registrados por los cronistas y estudiados por Rodriguez:
apuntando en nuevas direcciones o hacia futuros descubrimientos. Debido
a su armazon critico-teorica, el estudio se ofrece como util herramienta
para leer las cronicas de los primeros conquistadores de America como
verdaderos relatos de viajes, hechos a imagen y semejanza de modelos
medievales con trasfondos tan novedosos que nos invitan a seguir
explorandolos. Si bien es cierto que con este y otros estudios recientes
la cronica de Indias se torna menos ancha y ajena, todavia quedan muchos
caminos por transitar, puentes y atajos que descubrir o rutas
inesperadas hacia nuevas interpretaciones.
OSWALDO ESTRADA
The University of North Carolina at Chapel Hill