Jorge Edwards y La muerte de Montaigne: una lectura de la memoria y su conjetura.
Chandia, Miguel Angel Gonzalez
1. Introduccion
Jorge Edwards publica su novela La muerte de Montaigne el ano 2011.
Una novela que retrata parte importante de la vida y obra del famoso
filosofo e intelectual frances Michel de Montaigne. Montaigne nacio el
28 de febrero de 1533 y murio el 13 de septiembre de 1592 en Burdeos.
Edwards comenta que este gran intelectual frances que aprendio la lengua
latina con una gran versatilidad, como muy bien lo explica en su novela
adquirio no solo esta lengua, sino que, tambien, un interes mayusculo
por los clasicos latinos: "Los tratados medievales se escribian en
latin. Los ensayos, que empezaron a aparecer en diversos lugares de
Europa durante el Renacimiento, solian escribirse en lengua vulgar. Esto
es, en lengua romance, palabra, en este caso adjetivo, de la que deriva,
en frances y en aleman, el termino roman o, si quieren ustedes, Roman,
novela" (12). Su padre que se llamaba Pierre Eyquem era un hombre
que sentia una gran admiracion por la cultura, es asi que decidio
contratar un preceptor para su hijo, que solo le hablara en latin. Ya
que esta iniciativa tenia por objeto que el nino la aprendiera como
quien aprende su lengua materna. Edwards siente una fascinacion por
personajes que la historia solo puede recordar, si se tiene en cuenta el
proposito del autor de rescatar a estos para la literatura a traves de
la memoria. Dicho recurso es ampliamente ejecutado por el novelista
chileno, quien escribe esta narracion por el placer de develar al
Montaigne intelectual y hombre de vasta cultura, si bien es cierto,
Edwards tambien juega con la conjetura y la ficcion a traves de las
paginas de su ultima novela.
Es posible afirmar que La muerte de Montaigne nos coloca frente a
una lectura que nos proporciona elementos de la Nueva Novela Historica,
una realidad contextual en la que Edwards tiende a moverse con cierta
facilidad en su narrativa. Por lo pronto, tambien congrega elementos de
informacion acerca de la historia que acompana la vida del intelectual
frances, es decir, lo que ocurre en pleno siglo XVI. Edwards siente una
fascinacion por reconstruir vidas que se relacionan deambulando por los
avatares de la vida, sus pasiones, sus suenos y momentos de dolor e
incomprension. Es asi que en esta novela asistimos al encuentro de
Montaigne y una joven llamada Marie de Gournay; relacion que Edwards
mantiene con ciertos halos de misterio. El autor se pregunta ?quien es
esta Marie de Gournay? Y que tipo de relacion mantuvo Montaigne con su
joven admiradora? Preguntas que siguen el curso de la lectura con
entusiasmo por parte del lector, que sigue la descripcion del tipo de
relacion que tenia Montaigne con las mujeres, su preparacion para la
muerte, su vision del mundo y de la vida.
En este articulo intentamos describir algunos elementos que
consideramos esenciales en la lectura critica de esta novela; es asi que
dividimos este trabajo en los siguientes capitulos: Una introduccion, el
capitulo primero, que describe la vision del mundo de Montaigne; un
capitulo segundo sobre, conjeturas, impresiones y especulaciones; un
tercer capitulo llamado Jorge Edwards: una breve mencion al narrador en
la Muerte de Montaigne; finalmente una breve conclusion.
2. La vision del mundo de Montaigne
Jorge Edwards comienza su novela presentando los origenes de
Montaigne, en una forma muy interesante de describir a este personaje
historico. Por ejemplo, determina en su narracion que Montaigne no era
en realidad su verdadero appellido. Como bien lo indica el autor,
"Montana, no era nombre de familia. El apellido familiar, tipico de
esa region de vinos generosos, de magnificos productos de la tierra, de
buen pescado, era Eyquem" (17). Lo que el autor llama vinos
generosos, esta de acuerdo con la cultura vinicola de los chilenos y por
supuesto del mismo Edwards, quien tambien aprecia lo que se relaciona
con la degustacion de vinos, como lo senala en la pagina 15 del libro:
"Hay un vino de Burdeos de nombre muy parecido, de especial calidad
en los blancos, Yquem, pero tiene, como puede advertir el lector, una
"e" menos." Y continua el autor senalando que,
El padre de nuestro personaje se llamaba Pedro Eyquem, Pierre
Eyquem, y era, segun testimonios coincidentes, hombre de mediana
estatura, fuerte, bien proporcionado, excelente jinete, fiel a la
palabra dada hasta un extremo que sorprendia a sus amigos, a sus
parientes, a sus vecinos. (15)
Sin embargo, el proposito de Edwards es sorprendernos con la
descripcion de un intelectual, que como el lo menciona era "un
maravilloso lector." ?Puede sorprendernos una afirmacion como esta
de labios del autor? No, si tenemos en cuenta que Edwards senala un
aprecio por hombres letrados en el mundo latinoamericano. Y en especial
si nos situamos en la realidad chilena de la segunda mitad del siglo
XIX. "En el Chile de la segunda mitad del siglo XIX, de comienzos
del XX, los agricultores ricachones, los huasos brutos, para decir las
cosas con claridad, los grandes senores y rajadiablos, admiraban a un
Vicuna Mackenna, a un Francisco Antonio Encina, a los hermanos
Amunategui, o a un Jules Michelet, un Victor Hugo, aun cuando no los
leyeran, o no entendieran una sola linea de lo que habian escrito"
(16).
La afirmacion del autor que senala que Montaigne era un
"maravilloso lector," de lecturas que tenian entre sus
peferidos a moralistas, historiadores, por ejemplo, en primera fila,
Plutarco y Seneca, no hace otra cosa que realzar el espiritu avido de
aprender por parte de Montaigne,
La austeridad, el estoicismo de Seneca; la fuerza de los retratos,
la frase esculpida a cincel, de Plutarco. Un lenguaje sin grasa,
sin adherencias, de acero fino. Escritores sucesivos y
fragmentarios, que uno puede comenzar a leer desde cualquier parte.
No sentia la misma identificacion ni la misma simpatia por el
discurso ciceroniano. Tenia la impresion de que Ciceron era
engolado, pagado de si mismo, y de que sus grandes golpes verbales
solian caer un poco desviados del blanco. (21)
Luego continua el autor indicando que Montaigne era un intelectual
que "tenia un sentimiento de la naturaleza, de lo natural, que toca
muchas cosas, que influye en su manera de ser, en su estilo, en su forma
de componer los ensayos y hasta en su manera misma de escribir ensayos y
no textos literarios bien armados, escrupulosamente compuestos"
(22). Por ejemplo, el sentimiento especial que tenia por la vida
campesina que le rodeaba. Podria ser un "naturalista" no en el
sentido del termino que hoy podemos atribuir a los hombres de ciencia
que se dedican al estudio de las ciencias naturales. Por otra parte,
Montaigne tenia una simpatia por la historia, que mostraba su lado
intimista, segun Ewards: "era el historiador de si mismo, era un
subjetivista, un intimista, un exquisito, perfectamente indiferente a
las voces populares" (25). Michel de Montaigne sentia ya una
fascinacion personal por el mundo moderno que comienza a partir de los
inicios del siglo XVIII en Occidente. Y es asi que, la influencia de
este intelectual se hizo sentir en pensadores de la talla de Moliere, de
Voltaire, de Diderot, Jacques Rousseau, y tantos otros, que ven
perfilarse aquel instante trascendental de la historia, particularmente
en Francia. Montaigne vive en un contexto historico, social religioso y
politico que abunda en hechos que podemos considerar brutales. Es el
caso de la noche de la matanza de San Bartolome, que como lo senala
Edwards, tenia por proposito: "exterminar a sangre y fuego a los
protestantes hugonotes" (88-89), que habian llegado desde Alemania
a Francia para asistir a las bodas reales. Dicha alianza se lleva a cabo
en parte debido a las presiones ejercidas por parte de Catalina de
Medicis, la Reina Madre de Rey Enrique III, que era un afeminado,
probablemente bisexual, mujeriego y protector de los llamados mignons,
hombres guapos, jovenes, que amaban las joyas y las vestimentas
exageradas (86). Es asi, que la Reina Madre desea la boda de Enrique de
Navarra y la hija de esta Margot. Por lo tanto, ejecuta a la perfeccion
las intrigas que permiten la matanza de los protestantes. Es posible,
tambien senalar que Felipe II y la Liga Catolica, (1) querian a toda
costa detener la llegada al trono de Enrique de Navarra, jefe del bando
hugonote. Edwards indica que en los ensayos de Montaigne se pueden
encontrar largas conversaciones, lecturas compartidas y comentadas con
sus amigos, reflexiones largamente pensadas, altamente ilustradas. Esos
parlamentarios de Burdeos, esos juristas, esos integrantes de consejo,
esos prebostes, esos hombres de letras, no eran un punado de
pelafustanes, se sabe que Montaigne salia de su torre de cuando en
cuando y llegaba a caballo, en un viaje de cinco, seis o mas horas hasta
la ciudad. Ahi los frecuentaba, discutia, contaba historias, comia
grandes chuletones y bebia vinos generosos en compania de ellos (91-92).
Sin lugar a dudas, dichas conversaciones manifestaron tambien, el dolor
y la tristeza de Montaigne al enterarse de lo que habia ocurrido en
Paris, durante la fatidica noche de San Bartolome, y los dias que
siguieron aumentando de sangre protestante las calles de la capital
francesa.
Edwards tambien describe a Montaigne y su admiracion no solo por la
belleza de los seres humanos, sino que tambien: "la belleza de las
ciudades. Conocia el Capitolio y su plan, dice, antes de que conociera
el Louvre, y el rio Tiber antes que el Sena. No por experiencia, desde
luego, sino por los libros, los relatos de los clasicos, los testimonios
mas diferentes. Sobre Paris escribe paginas conmovedoras" (41).
Montaigne tenia a Paris en alta estima, amaba esta ciudad con gran
ternura. Edwards afirma que, "Y llega a exclamar, en visperas del
estallido de las guerras de religion, que amenazaron con destruir la
unidad de su tierra: !que Dios ahuyente hasta muy lejos nuestras
divisiones!" (41). Su miedo se centraba en la actitud de los
hombres que segun su entendimiento eran capaces de destruirlo todo.
Edwards coloca al intelectual frances en una lucha constante por
rescatar la paz y la unidad; y en su libro lo retrata de la siguiente
manera:
Porque nuestro personaje lucho para que el de Navarra moderara sus
infulas protestantes inspiradas por su madre, Jeanne d'Albret, que
habia heredado de su padre el reino de Navarra, y uniera a Francia
en torno a una tradicion catolica humanista, generosa, tolerante,
liberada del fanatismo de la Liga y de los grupos ultramontanos que
habian seguido a Enrique de Guisa. (42)
Hasta cierto punto, segun el autor, influyo en el proceso historico
de Francia, con su amor por la ciudad de Paris y como miembro del ala
catolica moderada, pudo decir que Paris bien valia una misa antes de que
Enrique de Navarra y IV de Francia, expresara esta afirmacion (42). Es
interesante segun lo narra Edwards, no solo su amor en el presente por
Paris, sino que tambien el pasado representado en la ciudad de Roma.
"Citaba, a proposito, a Ciceron: '!Es tan grande el poder de
evocacion de los lugares que tienen un pasado! Y se encuentra esto en
esta ciudad hasta un extremo infinito, ya que, en cualquier lugar por
donde caminemos, colocamos nuestras pisadas sobre la
historia'" (42).
Hay que mencionar que Montaigne en medio de los conflictos
generados en la Europa que sufre las guerras religiosas; no escapa a
momentos de incertidumbre e incomprension. Es asi que, como lo describe
Edwards: "en ese mismo ano de 1588 estuvo algunas horas en los
calabozos de la Bastilla, de donde fue liberado con gran rapidez gracias
a la intervencion inmediata de la Reina Madre, Catalina de Medicis. Un
personaje importante de la Liga, el bando que representaba al extremismo
catolico (y, segun los mal pensados, a la Espana de Felipe II), habia
sido raptado por un grupo de hugonotes, y lo de Montaigne fue una
represalia" (41). Y luego continua el autor senalando que:
"Montaigne aunque catolico observante era mirado por los de la Liga
como un tibio, un traidor en ciernes, peligrosamente cercano de Enrique
de Navarra y sus amigos protestantes" (66).
3. Conjeturas, impresiones y especulaciones
No podemos dejar de mencionar esta realidad literaria que Edwards
indica en muchos de sus escritos. El autor gusta de especular, de
establecer conjeturas en el hecho historico. Asi lo prueban algunos de
sus escritos:
es el caso de novelas como La mujer imaginaria, El origen del mundo,
El inutil de la familia, Persona non grata, El sueno de la historia, La
casa de Dostoievsky, por nombrar algunos. Y es que el mismo Edwards
comenta que es un cronista sin tema fijo, un observador de cosas
diversas, un espectador y protagonista ocasional, y no pretendo
convertirme a estas alturas en critico literario ni nada que se le
parezca. Que duda cabe, que el autor tambien escribe sobre la
preparacion de la muerte de Montaigne desde la tribuna de un cronista
que entra en la historia como un observador de cosas diversas. Es que la
historia se le revela al autor como conjetura. En otras palabras, la
historia tiene una importancia central en su obra, tanto en el registro
personal como colectivo.
Edwards nos invita a reflexionar sobre la siguiente hipotesis:
"Una literatura no atraviesa con impunidad, sin heridos, muertos y
desaparecidos, por un largo periodo de crisis politica" (El whisky
109). En un contexto donde podemos encontrar una crisis politica, que
"implique censura, simplificacion intelectual, polarizacion,
incluso antes de que culmine y de que llegue a la censura por decreto
supremo" (109). El autor refiere al proceso vivido, como crisis
nuestra, y que comenzo mucho antes del 11 de septiembre de 1973 y como
muy bien lo retrata el autor, una crisis que todavia no termina del todo
(109), y que a la larga condujo a un adelgazamiento de la cultura del
pais, junto con un receso y "perdida de su humus natural"
(109). Fue este un tiempo de creacion, pero desde el exilio, es decir
hubo una creacion, pero se hizo desde las catacumbas, como bien lo
senala el escritor. Fue un tiempo de creacion, de comunicacion, sin
embargo, nos queda la sensacion de una creacion mas original, vigorosa.
"Son huellas reveladoras de salud, de vigor creativo. Indican, en
las formas siempre equivocas, indirectas, metaforicas de toda literatura
autentica, que la crisis ya se mira desde una distancia con
perspectiva" (109). Los narradores interesantes, como puede ser el
caso de Jorge Edwards, muestran las huellas de esa crisis de un pasado
que se torna memoria, o bien testimonio de los hechos acaecidos, para
que nunca se olviden y permanezcan en la memoria de la cultura y
sociedad chilena. No es esto un retroceso, o una mirada retrograda de la
historia, por el contario, mas alla del dolor de las cosas que
ocurrieron, podemos vivir con ellas. Aceptar esa realidad, porque son
cosas buenas y malas, de amores, de dolores, desenfrenos, aceptacion de
las diferencias. Es lo que le sucede al narrador en la novela La muerte
de Montaigne; es el caso del intelectual, es la vida de los personajes
que deambulan junto a Montaigne, de su familia, y de todos aquellos que
dan vida a un momento muy particular de la historia como fue el siglo
XVI. En todo esto existe clara conviccion por parte del autor de
aprender a vivir en la memoria, ser un testigo fiel de aquello. Que en
todo caso "son huellas reveladoras de salud, de vigor
creativo" (109).
Una de las impresiones que coteja el autor en sus escritos, en
particular aquellos que llevan a cabo una descripcion de la historia en
forma de narracion literaria, atiende a un tema central para el
escritor. Dicho tema, es una reflexion acerca de la que el senala desde
el principio del libro como interes creciente por la lectura historica
por parte de los chilenos. Aunque el autor se mantenga en el plano de la
suposicion senalando, "Supongamos, digo, ya que me mantengo aqui en
el terreno de la conjetura, de la pura ficcion literaria" (109). Es
por esta razon que Edwards, escribe una cronica para discutir en breve
este punto en su obra El whisky de los poetas. El escritor hace llegar
al lector una vision critica de esta impresion que hace notar la
realidad de los chilenos. Se pregunta el autor: ?los chilenos tienen
mala memoria? Segun Edward, muchas veces el si es la respuesta. Luego
anade, los chilenos tienen una pesima memoria. Un estado de verdadera
amnesia colectiva. Ademas, funcionan mecanismos destinados a mantener la
hipnosis, la somnolencia general. Hay programas televisivos que podrian
definirse como sesiones de hipnotismo para las masas (El whisky 32). Si
bien es cierto, el autor, quiere comunicar una reflexion sobre la
realidad de una sociedad o estado que reacciona frente a la historia de
la manera como previamente lleva a cabo su argumentacion; no es menos
cierto afirmar, que su obra quiere interrumpir este status quo. Edwards
dirige su mirada hacia el testimonio de la historia, y la incesante
busqueda de la afirmacion de la memoria como un elemento central en su
narrativa. Se trata de una valoracion completa de lo que significa la
memoria. No puede ser parcial una deformacion de la historia, como lo
sugiere en el texto. Por esta razon, Edwards considera a nuestro modo de
entender que es necesario evitar esta deformacion frecuente que se lleva
a cabo a traves del promover memorias parciales.
En dicho contexto el autor contempla el uso de un quiza cuando
refiere a hechos de la vida de Montaigne, donde no existe la seguridad
del retrato historico que se mantenga en dicha realidad. Sino que, por
el contrario utiliza esta figura para hacer posible el encuentro entre
la realidad historica y la ficcion literaria. Sirva como ejemplo lo que
el autor afirma en el libro,
Quiza Montaigne, desde un siglo convulsionado y a la vez altamente
ilustrado, precursor de los siglos ilustrados que vinieron mas tarde, es
uno de los forjadores de una sabiduria que tendemos a llamar burguesa,
pero que es, tambien preburguesa, y lateral, y en alguna medida
universal. (La muerte 36)
Luego continua mas adelante en el relato senalando: "Podemos
imaginar que Miguel de Montaigne se encontraba en el palacio de Blois o
en sus cercanias en los dos dias del asesinato (ejecucion por ordenes
reales) del duque y del cardenal de Guisa" (112). Asimismo, por
ejemplo, cuando el autor especula sobre la relacion que existio entre
Marie de Gournay y Montaigne. Segun Edwards, es dificil encontrar
documentos que ofrezcan una lectura objetiva acerca de esta relacion. Y
es aqui donde el autor puede inventar y especular para llevar a cabo la
ficcion literaria de la historia. En el libro, Edwards senala que
Montaigne segun diversas opiniones "fue un excelente marido"
(33); ahora bien su unica relacion extramarital seria con su llamada
"hija de adopcion,"
Se produjo cerca del final, a cuatro anos de su muerte y cincuenta
y tantos de su edad, con una admiradora exaltada, entusiasta, de
ventidos anos. No se sabe en que consistio su relacion con ella,
pero confeso en algunos textos que la amaba apasionadamente y que
la habia admitido para siempre como "hija de adopcion". Por lo
demas, ella, en la carta en que se presentaba y le declaraba su
admiracion incondicional, le habia pedido que la tratara de esa
forma. (33)
Segun el autor estamos aqui en pleno uso del metodo conjetural. Un
metodo que Edwards aprovecha para llevar a cabo un relato que resulta
atractivo para el lector. Nos imaginamos hechos que forman parte de una
relacion particular entre Montaigne y Marie de Gournay. Edwards escribe
en su libro que, Montaigne conocio a Marie de Gournay por el ano de
1588, durante un largo viaje, a Paris, a Chartres, y como se ha ya dicho
el tenia cincuenta y cinco anos de edad y Marie de Gournay ventidos
(44). De ella recibio ese ano una ardiente carta, eso si al menos en un
sentido espiritual, de una joven que habia leido sus ensayos y habia
quedado traspuesta. Esta joven le comenta que no puede vivir sin
conocerlo. Montaigne fue a visitarla al lugar donde ella y su madre se
hospedaban. Y como menciona el libro, "Que esperaba, que esperaria:
aventura, inspiracion, experiencia, es decir, una forma de experiencia,
por fugaz que fuera?" (45). Edwards senala que Marie de Gournay
resulto "ser una muchacha energica, segura de si misma, enamorada
de la literatura, tercamente decidida a ser escritora. Enamorada de
Montaigne, en consecuencia, ya que Montaigne, desde su descubrimiento de
los ensayos a la salida de la adolescencia, era la encarnacion misma de
la literatura: el mito, la leyenda, transformados en persona de carne y
hueso. No sabemos cuanto duro ese encuentro, ni en que parte, en que
lugar de Paris se produjo, y tampoco sabemos si la madre de Marie actuo
de chaperona o de testigo" (45). Indudablemente, que la relacion
que buscaba Marie era la de padre e hija. Y este era su deseo ardiente,
asimismo, Montaigne sentia esta pasion, de adoptarla como fille d'
Alliance o fille d'adoption. En todo caso, las referencias del
intelectual a Marie no son muchas. Sin embargo como lo indica Edwards,
"Las de ella a el en los mas diversos escritos--prologos, cartas,
recuerdos, ensayos filosoficos, una novela probablemente mala y
pretenciosa--son, en cambio, muy frecuentes, tanto en vida del maestro
como largas decadas despues de su desaparicion"(47). Ellos sin
embargo, guardaban celosamente las apariencias. Sin duda, proclamaban su
amor, "Ma fille d'alliance, mi hija por adopcion, mi aliada,
mi complice hasta la muerte y despues de la muerte, mi heredera
literaria, albacea" (47).
Ahora bien, dice el autor que podemos especular por la pasion que
sentia Montaigne por Marie de Gournay. Segun lo narra en su libro,
"El Senor de Montaigne se sentiria probablemente atraido por
aquella piel, turbado, quiza avergonzado de su propia excitacion"
(57). Y mas aun existe en la conjetura de parte del autor una
descripcion plena de erotismo por parte de Montaigne: "A lo mejor,
a pesar de los anos, notaba en su bajo vientre una ereccion fuerte, y
una vez mas se hacia preguntas acerca de ese organo tan ajeno a la
voluntad personal, que a veces, sin que uno lo quisiera, dormia, y que
otras, en el momento menos pensado, despertaba y levantaba la tela del
pantalon en forma curiosamente indiscreta" (57).
Edwards especula en una escena de su libro con el hecho de que
Marie con un peineton de carey que le sujeta el mono se autoinfiere
varias heridas en su brazo con la lanceta de metal del peineton. Segun
el texto hasta provocar "un verdadero chorro de sangre". Y
continua el relato con un Montaigne asustado al contemplar dicha escena:
"Maria--gritaria el, alarmado--, !que te pasa!" (58). En lo
que sigue a continuacion, notamos una forma libre, propia de la
inventiva del autor de jugar con sentimientos y pasiones que sumergen a
ambos protagonistas. Edwards lo narra de la siguiente manera,
La sujeto con las dos manos, la sostuvo por la espalda durante
largos segundos, mientras ella lo miraba directamente a los ojos, y
entonces la beso en la boca, sin el mas minimo pudor, y despues la beso
en la herida y le chupo la sangre. Ella, ahora tenia una expresion de
voluptuosidad agonica, de virgen en estado de martirio gozoso. El le
acaricio las mejillas, y el cuello, y puso la mano izquierda encima del
pecho del lado derecho, por encima de la blusa plisada, y despues
deslizo esa mano por debajo de la blusa, desde la cintura, y se las
ingenio para sacar el pecho de sus ataduras y acariciar el pezon. (La
muerte 58-59)
En otra imagen de esta interesante forma que posee el autor para
narrar hechos que especulan sobre la relacion de Montaigne y Marie de
Gournay, encontramos lo siguiente en relacion a lo citado previamente.
Se especula en el libro, si Montaigne entro o no a la habitacion de la
muchacha. O si se quedo en su cama de brazos cruzados. Lo cierto es que
el juego de amor y de pasion entre los protagonistas vuelve mas adelante
en el libro en la siguiente narracion: "Deslizo la mano derecha por
debajo de la bata y del chaleco de lana de punto y acaricio el pecho por
encima de la camisa, primero suavemente, en seguida con mas fuerza, con
mas intencion, sin que ella se retirara, mientras ella cerraba los
ojos" (83). Edwards lleva a cabo estas conjeturas, a sabiendas de
que no tenemos los datos precisos, ni testimonios de ninguna especie, ni
el de terceras personas. Sin embargo, continua este delicioso relato,
especulando que Marie se despojo de la bata y desnuda ingreso en la cama
del maestro. Y senala el autor: "Es muy probable, me digo o mas
bien, no es en absoluto improbable, y ya sabemos de buena fuente que
Miguel de Montaigne, o Eyquem de Montaigne, no era ningun inocenton,
ningun pajaron, ningun caido del catre" (84). El relato del libro
continua mas adelante senalando que ella, Marie, en la conjetura de su
admiracion y pasion por Montaigne, le puede ofrecer su cuerpo compacto,
o bien su brazo herido y desnudo, sus pechos firmes, sus piernas
robustas que ahora se entrelazaban con las suyas. Sin embargo, ella era
en verdad su hija de adopcion, pero solo por decision comun, por
convenio, en virtud de la alianza propuesta por ella, con su
sorprendente voluntad de nina y aceptada sin mayores vacilaciones,
cerrando los ojos, por el maestro, de modo que no habia incesto ni nada
parecido y tampoco habia impedimento de caracter ideologico, religioso y
moral por parte de ella (84-85). Dicho relato es en verdad un relato
apasionante que Edwards narra con lo senalado previamente. Resulta
fascinante una narracion que expresa con sensibilidad una relacion de
amor y de admiracion de la literatura y el saber, que se indica con
tanto fervor por parte del autor. Tambien, nos encontramos en otras
paginas con la palabra de Edwards que se queda pensativo nuevamente
absorto en la relacion entre el maestro y su hija de adopcion. Este
relato tiene como trasfondo el descanso eterno de Montaigne, como bien
lo escribe Edwards: "Dejamos los restos de Michel de Montaigne,
separados de su corazon, enterrados en la iglesia bordelesa de los
Feuillants. Nos imaginamos el dolor de su mujer, de su hija, las caras
de circunstancias de los vecinos que asistieron a la misa de difuntos,
de la servidumbre" (243). En este contexto expresamos una palabra
por su mujer, Francoise de La Chassaigne, la mujer legitima, una mujer
de la que se cuenta que era una anfitriona magnifica, "que no
olvidaba detalle, atenta a la cocina, a la postura de la mesa, a los
calefactores de hierro que colocaba en las camas de los huespedes"
(55). Segun el autor, no se sabe mucho acerca del trato que tenia con el
maestro; o la relacion de este hacia ella. Mas alla de una convivencia
complicada con un escritor, se dice de una mujer que le cuida, que lleva
de buena forma la casa y que le brinda seguridad a Montaigne.
Pero volvamos a Marie de Gournay y Edwards senala de los posibles
encuentros nocturnos lo siguiente: "Sabemos que en visperas de la
partida de Montaigne de la casa de su hija de alianza o de adopcion, al
termino de largas semanas, ella y el maestro, ella con la cabeza
reclinada en los hombros de el, leyeron historias de amor de
Plutarco" (243). Y luego el autor especula a traves de preguntas
que hace al lector de su obra, ?Como seria esa lectura, que sucederia,
que comentarios suscitaria, hasta donde llegaria la emocion de la
despedida? (243). Y el autor nos entrega al respecto una pieza de
informacion que responde en parte a estas preguntas: "En algun
momento, Montaigne le regalo a Marie un diamante de gran calidad con una
M mayuscula inscrita en el reverso ?Que representaba ese diamante, que
compromiso, que historia secreta, que alcance?" (243-244). Sin
embargo, la especulacion y la impresion del relato y sus impresiones nos
deja lo que sigue, que a fines de 1594, Francoise de La Chassaigne le
envio a Marie un ejemplar de una edicion de los ensayos de 1588, con
anotaciones y corregido por el mismo Montaigne (244). Dichos materiales
fueron preparados por Marie de Gournay y enviados por ella a la
imprenta, que sirvieron de base para la edicion de 1595 de A.
L'Angelier, que relata en su texto, lo que le cuenta Marie al
maestro, de su relacion por el, y que este, a su muerte, habia dejado
entre sus papeles, quiza sin haberlos leido. Pero, mas alla de lo que
podamos argumentar del valor que dicho libro posea, nos detenemos como
lo estima Edwards en el prologo, donde nos narra el autor lo que sigue,
La autora se enreda por momentos en erudiciones inutiles, que
tratan de imitar las referencias eruditas del propio Montaigne,
pero que no lo consiguen ni de lejos. Parece una mujer segura de si
misma, puntillosa, bastante ambiciosa, un poco ridicula. En alguna
etapa de la escritura, sin embargo, consigue aclarar sus ideas y el
resultado es mas interesante de lo que uno habria podido esperar.
(244-245)
Si bien es cierto como lo explica el autor que ha leido muy poco
sobre Marie de Gournay, nos queda la sensacion de una joven que aspiro
en su vida a ser la hija de adopcion del maestro. Como ella se refiere
al maestro: "Llamo a Montaigne mi padre, escribe y no puedo
llamarlo de otra manera, 'ya que no soy yo misma sino en la medida
en que soy su hija.' Es una formidable declaracion de amor
literario, de amor sin calificativos" (246). El relato menciona que
luego de preparar la edicion de 1595, "ella visito a Francoise, la
viuda del maestro, y se quedo mas de un ano en Montaigne en compania de
la viuda y de Leonor, la hija. Despues de todo, era un triangulo
femenino extrano, un tanto enigmatico" (248). Finalmente podemos
senalar que Marie vivio muchos anos, incluso despues de la muerte de la
viuda y la hija de Montaigne. Fue una mujer que conocio el mundo
intelectual de Paris, que escribio mucho, y una de sus ediciones le
dedico al mismisimo cardenal Richielieu en 1635. Es curioso notar que
estos ensayos bajo la proteccion del cardenal, no eran pocos: los
Ensayos "planteaban problemas politicos, filosoficos, teologicos,
de fondo" (249). Un libro que fue colocado en el Indice de los
Libros Prohibidos por el Vaticano en 1676. Sin embargo, el libro fue
prohibido no por razones filosoficas o teologicas, sino por su
obscenidad, por escenas impropias que el autor habia recogido en
Plutarco, en Virgilio, en Horacio, y en otros autores, por el uso de
palabras gasconas populares, no admitidas por la Academia Francesa, y
cuyo tono pasaba la raya de la decencia (249).
Puede este caso particular que citamos formar parte de la que el
llama una "deformacion frecuente que consiste en la promocion de
memorias parciales." Y una prueba de esto menciona el autor en la
cronica "La mala memoria," como si se tratase de mantener en
el recuerdo; "El caos, el desorden, el desabastecimiento, las
colas, el mercado negro, entre tal fecha y tal otra" (Edwards, El
whisky 32), que atiende a un momento particular de la historia politica
de Chile. Si bien es cierto, el recuerdo de cosas que han pasado, no
solo en la politica, sino tambien aquel incidente con la estatua, tiene
para Edwards un sentido especial. Mas alla de recordar y contar el hecho
en su narracion, involucra tambien una afirmacion, por muchos pensada, y
a la cual el trata de responder: "Siempre se ha dicho que los
escritores contribuyen a sostener la memoria historica de los
paises" (Edwards, El whisky 32). Sin embargo, esta situacion le
acarrea al autor muchos sinsabores, como el lo manifiesta, "reciben
palos en vida y honores postumos," luego, cita a Balzac, que
definia al novelista como el historiador privado de las naciones: el
hombre que reconstruye, utilizando andamios verbales, la vida secreta,
afectiva, artistica, social, economica, de una sociedad en una epoca
determinada. Por ejemplo indica el autor, sin La Comedia Humana, nunca
podriamos saber exactamente lo que fue la Restauracion, el ascenso de la
burguesia francesa en el siglo XIX, los comienzos de la banca moderna
(Edwards, El whisky 32). Bien valga de labios del autor esta afirmacion
que confirma la forma en que especula alrededor de la historia fidedigna
del intelectual frances.
4. Jorge Edwards: una breve mencion al narrador en La muerte de
Montaigne
Queda claro a nuestra vista que uno de los narradores de esta
novela es el mismo personaje, el intelectual y pensador Montaigne, quien
a su vez se acerca a nuestra historia. Parece ser que esta es la apuesta
audaz que nos presenta Edwards. El mismo corre el riesgo de perder esta
apuesta al entregarnos una narracion donde su personaje central se
acerca a nuestros dias. Aunque el autor precisa en las primeras paginas
de su libro una cierta comparacion de su personaje que tenia o gozaba de
una reputacion y relacion con las gentes sencillas de su entorno,
Edwards tambien comenta lo que sucede en el Chile del siglo XIX. En
primer lugar, destaca el autor que Montaigne critica de su padre, en
forma de burla, lo siguiente
Lo unico que critica en su padre, en Pierre Eyquem, es una
paradoja, quiza una broma de intelectual: su excesivo respeto por el
conocimiento, por la cultura, por la academia, actitud que atribuye,
precisamente, al hecho de que fuera una persona mas bien rustica, de
conocimientos limitados. (La muerte 16)
Es asi que lleva a cabo una cierta comparacion con lo dicho
previamente sobre la realidad del campo chileno en pleno siglo XIX.
"En el Chile de la segunda mitad del siglo XIX, de comienzos del
XX, los agricultores ricachones, los huasos brutos, para decir las cosas
con claridad, los grandes senores y rajadiablos, admiraban a un Vicuna
Mackenna, a un Francisco Antonio Encina, a los hermanos Amunategui, o a
un Jules Michelet, un Victor Hugo, aun cuando no los leyeran, o no
entendieran una sola linea de lo que habian escrito" (16). Edwards
se sirve de la narracion para senalar que el dia de hoy: "en cambio
sucede exactamente al reves: los brutos solo admiran la brutalidad
ajena, y la gente culta, para que no le falten al respeto, esta obligada
a disimular lo que sabe" (16). Sin embargo, mas alla de estas
precisiones, el narrador tiene en gran parte de la novela conocimientos
de la historia y de la memoria de Europa. Una historia y una memoria que
resulta ser un momento tragico para muchos. Pero como muy bien lo indica
Edwards, citado en la obra Jorge Edwards: el novelista que deambula por
la historia: La novela es lo mas creativo que tiene el escritor, y la
memoria es un instante que el autor recoge en su labor creativa. (2)
Ademas anade Edwards en referencia al Sueno de la historia: "Yo
creo que los paises tienen que ponerse de acuerdo con sus memorias, o
incluso creo que deben soportar su memoria, sacar conclusiones y
reflexionar sobre cosas que pasaron." (3) Valga como ejemplo de lo
dicho previamente, el relato que lleva a cabo el narrador de la
historia, "La derrota de la Invencible Armada ha sido narrada
centenares, miles de veces. Armada que fue derrotada por los elementos
desencadenados, por las tempestades de los mares del norte de
Europa." (4)
El narrador-testigo que cuenta los hechos, y que eleva al lector
las siguientes preguntas en la pagina 102 del libro: "?que pensaba
Montaigne, en que posicion se colocaba? ?Quien era Michel de Montaigne,
exactamente?". En el transcuros de la obra asistimos a una
detallada descripcion del intelectual. Una descripcion llevada a cabo
con fineza, con sensualidad y cierto romanticismo, especialmente cuando
refiere a los hechos de la vida personal de Montaigne. Esta enumeracion
de hechos en los cuales el autor juega con el descubrimiento que lleva a
cabo el Senor de la Montana y Marie de Gournay. Sin embargo, no solo se
refiere el autor-testigo de la historia en forma de suposicion de dicha
relacion, sino que tambien, al relato de un Montaigne amante de todo lo
que le rodea, de su montana, de su pueblo Burdeos, asimismo de cada
lugar que visitaba, donde pedia siempre que no le cocinaran comida
francesa, sino que a su paso por Suiza, Alemania, Italia, exigia que le
cocinaran los platos de cada lugar que visitaba, como tambien dormir en
una cama suiza, alemana, italiana, etc. Mas adelante en el libro se
pregunta el narrador-autor, ?puede existir una etapa contemporanea del
intelectual? Pregunta que nos sirve para caer en al cuenta de una
lectura que bien se puede llevar a cabo del Montaigne modero o
posmoderno, como bien los afirma Edwards en su calidad de
narrador-autor. Luego asevera el autor lo siguiente:
La mejor de las lecturas modernas suyas, para mi gusto es la que
hizo, la que hacia todas las noches, Gustavo Flaubert. El tono de los
Ensayos se encuentra en La educacion sentimental, en Madame Bovary, en
Un corazon sencillo, el ultimo de sus extraordinarios Tres cuentos, el
que inspiro El loro de Flaubert de Julian Barnes. Era un pajaro que
encarnaba de alguna manera, en su locura, la sabiduria del Senor de la
Montana. (La muerte 282)
Todo esto dicho sea de paso en una manera particular que exalta la
memoria de Montaigne, al que Flaubert considero su padre adoptivo. Del
cual estima que habria sido un excelente companero de cenas y charlas
abundantes. Lo mismo considera el autor al senalar en su libro que:
quizas no lo habria elegido para estos menesteres, sino que, le habria
encantado
espiarlo durante alguno de sus encuentros en tierras de Perigord,
entre amigos gascones, bebiendo vino, hablando en forma desordenada
atropellada, chispeante, comiendo piernas de cordero, costillares
de chancho, tortolitas rellenas de foie gras, con la mano y
mordiendose los dedos, sacandose sangre, de puro entusiasmo, de
pura gula. (282-283)
Sin lugar a dudas, este reconocimiento por parte del narrador que
hemos senalado previamente, resulta interesante y atractivo. No hace
otra cosa que resaltar la figura de un Montaigne gozador y gran amante
de la vida, ademas de revelar lo que sus escritos senalan, poseedor de
una madurez que transmiten un placer, la alegria y una gozosa libertad
que denota el placer que sintio al escribir todo lo que experimento en
vida (283). Nos permitimos la libertad de terminar lo que con humildad
rescatamos de la vida y pensamiento de este insigne intelectual, que la
pluma sensible, y llena de emocion y sentimiento de Edwards trae a la
memoria historica. "Montaigne es un voluptuoso, un gozador del
instante, un maravilloso contemplador de la belleza. Tiene una
indiferencia blindada, que lo salva de compromisos tontos, una
indiferencia frente a todo o casi todo. Para que no lo persigan los
inquisidores, los poderosos, los grandes validos, distribuye en su
prosa, de tanto en tanto, frases ortodoxas que cumplen funciones de
pararrayos, defensivas, pero la esencia de su estilo consiste en tomar
distancia frente a los dogmas...." Y luego continua, "A
proposito de los principes mas poderosos (des plus suffisons princes), y
de las autoridades eclesiasticas, aun cuando se abstuviera, en este
ultimo caso, de afirmarlo de manera explicita, sostenia: 'Se les
debe toda inclinancion y sumision, salvo la del entendimiento; mi razon
no esta acostumbrada a doblarse y a inclinarse, solo mis
rodillas'" (283-284).
Conclusion
Jorge Edwards con esta novela lleva a cabo una descripcion
fascinante de este insigne intelectual frances Michel de Montaigne. Una
descripcion que muestra no solo el lado cultivante de la extraordinaria
vision cultural de Montaigne, sino que tambien su lado intimista. Una
opcion que el autor recoge con gran atencion, especialmente cuando se
refiere a la relacion que se establece entre el Senor de la Montana y su
discipula Marie de Gournay. Esta parte de la novela historica
entremezcla asimismo, conjeturas, impresiones y especulaciones, que
hacen referencia al tipo de relacion que existio entre ambos
protagonistas. El mismo Edwards senala que las cartas que existen sobre
Montaigne y que resaltan la existencia de Marie de Gournay, no entregan
con claridad informacion sobre dicha relacion, es decir, si de verdad
existio o no, entre ambos una relacion amorosa. Es aqui donde el
novelista encuentra el lugar indicado para especular sobre dicha
relacion. Es decir, se le presenta una gran oportunidad para recrear y
especular acerca de la relacion intima, que podria haber existido entre
Montaigne y Marie de Gournay su hija de adopcion. Edwards afirma que
esta parte de la vida del Senor de la Montana, hace que la novela
resulte atrayente e interesante a los ojos del lector. Edwards, escribe
esta novela como el mismo lo senala, porque confirma despues de todo su
identidad de escritor. Esto le ha dado la oportunidad de escribir una
novela, sintiendose en la persona del intelectual frances: Escribir en
el tercer piso de la torre de Montaigne, mirando de vez en cuando el
paisaje por los boquetes de las ventanas, paseando, abriendo un libro,
bajando a estirar las piernas, a tomar unos sorbos de vino de Castillon
o de Saint-Emilion, me parece una de las formas mas perfectas de
felicidad que pueda concebir un ser humano (288). Por ultimo, el autor
agrega que, "Montaigne escribia en medio de una guerra civil
sangrienta, que no daba tregua, donde las matanzas, los incendios, las
torturas mas bestiales, eran cosa de todos los dias. Habia llegado a la
conclusion de que la pacificacion de los espiritus, el entendimiento
entre las personas, la unificacion del pais, eran bienes superiores.
Creia, sin duda, que tanto la religion protestante como la catolica
podian abrir el camino para la salvacion del alma de un cristiano. Matar
a los demas por diferencias religiosas, y sobre todo inferirles una
muerte lenta, le parecia una aberracion absoluta" (288).
Indudablemente que es posible continuar esta interpretacion critica de
la obra, de un visionario como Montaigne. Particularmente, luego de lo
senalado previamente en el parrafo anterior. Es que dicha afirmacion
abre el apetito para continuar hurgando la vida de este magnifico
personaje, y sobre todo, continuar el analisis critico de la obra de
Jorge Edwards. Puede ser este motivo de un estudio posterior,
especificamente lo que dice relacion con la memoria y los personajes
historicos vistos tambien a traves de la ficcion.
Notas
(1) La Liga Catolica fue una coalicion de estados alemanes
catolicos formada el 10 de julio de 1609 bajo el liderazgo del Duque
Maximiliano I de Baviera como respuesta a la formacion de la Union
Protestante un ano antes.
(2) Gonzalez Chandia 100. Dicha afirmacion la lleva a cabo en
relacion a su vision de la historia chilena de la Colonia en la novela
El sueno de la historia. Frase que revela parte importante de esta
narracion. Ver Figueroa.
(3) Ver Edwards, El sueno de la historia; Alfieri 123; Molina.
(4) La muerte de Montaigne 68. Vease, lo que el autor como narrador
de la historia introduce con su relato en las siguientes paginas
(69-73).
Obras citadas
Alfieri, Carlos. "Jorge Edwards: la ficcion de la
memoria." Cuadernos Hispanoamericanos 571 (1998): 123-138.
Edwards, Jorge. El sueno de la historia. Mexico: Tusquets, 2000.
__. El whisky de los poetas. Santiago: Editorial Universitaria,
1994.
__. La muerte de Montaigne. Barcelona: Tusquets, 2011.
Figueroa, Sebastian Julio. "El sueno de la historia de Jorge
Edwards: puesta en crisis de la idea de historia." Alpha 22 (2006):
1-8.
Gonzalez Chandia, Miguel Angel. Jorge Edwards: el novelista que
deambula por la historia. Taipei: Fu Jen UP, 2011.
Molina, Diego. "Entrevista con Jorge Edwards: la invencion del
pasado." Ideele 151 (2002): 112-114.
[Received 18 Oct. 2012; accepted 29 Apr. 2013]