El ALBA-TCP es la propuesta de integración que más optimismo suscitó en la izquierda radical latinoamericana y mundial. Sin embargo, como proyecto contrahegemónico, no ha logrado trascender la fase de resistencia y esbozo de redes alternativas. Ello se debe a la lógica rentista de la política exterior venezolana, al giro hacia la «actualización» en Cuba, a las limitadas posibilidades de complementación entre economías primario-exportadoras y, por último, a la ausencia de una perspectiva político-ideológica y económica clara. No obstante, en el corto plazo, la mayoría de los actores involucrados ha logrado los objetivos mínimos que impulsaron su adhesión al esquema.