摘要:Una propiedad fundamental del sistema inmunitario es su capacidad para mediar la autodefensa frente a agresiones externas con la mínima cantidad de daño colateral para el organismo, para ello, éste sistema cuenta con múltiples mecanismos que permiten la destrucción y erradicación tanto de microorganismos como de sustancias tóxicas y alérgenas a las que estamos en contacto. La capacidad del sistema inmune para evitar la destrucción de los tejidos propios se conoce como auto-tolerancia. La tolerancia inmunitaria puede ser definida como la falta de respuesta a un antígeno inducida por la exposición previa. Cuando los linfocitos son expuestos a un antígeno estos pueden activarse y diferenciarse para producir una respuesta inmunitaria, o bien, se pueden inactivar o eliminar dando lugar a la tolerancia. Un mismo antígeno puede inducir una respuesta inmune o tolerancia dependiendo del contexto en donde el mismo se presente. La tolerancia es un fenómeno adquirido y es desencadenado desde la propia ontogenia de los linfocitos. El proceso de reordenamiento de genes permite la generación de un amplio repertorio de receptores a expensas de que se generen algunos receptores capaces de reconocer componentes propios. Para hacer frente a este problema, el sistema inmunitario ha desarrollado diversos mecanismos para evitar que se generen respuestas autodestructivas (1). En este sentido, para mantener el estado de tolerancia el sistema inmunitario cuenta con varios puntos de control (2). El primero de ellos es puesto en marcha durante la ontogenia, cuando las células T y B recién generadas ponen a prueba sus receptores de reconocimiento censando antígenos del microambiente que los rodea. Las células reactivas son eliminadas por deleción o bien sufren un mecanismo de ajuste conocido como “edición del receptor”. Este proceso se denomina “selección negativa" o "tolerancia central".