摘要:El 12 de octubre de 1920 el clero católico celebró con gran solemnidad el XXV aniversario de la coronación de la Virgen de Guadalupe.1 Por el enorme número de fieles que congregó el evento fue calificado por la prensa de majestuoso,2 pero además porque logró reunir a la mayor parte de los prelados que constituían el episcopado mexicano,3 el cual, en el pasado inmediato, había estado disperso. De alguna manera la conmemoración significaba la oportunidad de la alta jerarquía eclesiástica de volverse a juntaren un nuevo contexto favorable para ella; Adolfo de la Huerta —recién nombrado presidente provisional—había mostrado una postura tolerante frente a la Iglesia católica, a pesar de que la nueva Constitución promulgada en 1917 era abiertamente anticlerical, pos-tura de la que, como se verá más adelante, se benefició el clero para desarrollar su política social.