摘要:Un siglo nos separa ya del escenario de la República de Weimar. Sin embargo, sus experiencias
histórico-políticas e intelectuales siguen apelándonos.
La República de Weimar, de hecho, se nos presenta
como uno de los escenarios paradigmáticos en que
se cruzan lo histórico-político y lo filosófico. Buena
prueba de ello es el ensayo de Plessner de 1931, Poder
y naturaleza humana. Ensayo para una antropología de
la comprensión histórica del mundo [Macht und menschliche Natur. Versuch zur Anthropologie der geschichtlichen Weltansicht], un texto que encuentra su suelo
natural en ese escenario de la República de Weimar
y en ese preciso cruce de lo teórico y lo práctico. Redactado en el verano de 1930 y publicado un año después, este ensayo venía a
interpelar a la ciudadanía alemana en dirección a la dignificación de la política y al
desarrollo de una cultura política nacional. Lo hacía desde la antropología filosófica, porque partía de la convicción de que la política tenía que ver con la reflexión;
porque creía que la política era algo más que la gestión de los recursos. Pero lo
hacía para un público amplio, porque, “precisamente en la época del demos y de su autodeterminación estatal” (p. 33), era el pueblo el que tenía que reflexionar
sobre la necesidad de la política para el ser humano. Plessner ya había defendido
en 1924 la República de Weimar en su libro Los límites de la comunidad. Crítica al
radicalismo social1
[Grenzen der Gemeinschaft. Eine Kritik des sozialen Radikalismus].
Dicha publicación había sido un intento de reconciliar a la Alemania de posguerra
con la forma republicana de gobierno que tan nueva y ajena le era en ese momento,
así como con el Estado y su esfera pública artificial de mediación y diplomacia. En
1931 el ejercicio consistía, más bien, en fundamentar una antropología política que
mostrase la necesidad de autodeterminación política del hombre (entendido como
poder) dentro del horizonte de filiación de un pueblo, combatiendo así el apoliticismo imperante. Pero se trataba también, en este ensayo de 1931, de confrontar
a la ciudadanía alemana con las ideas políticas de Occidente (a las que cada vez se
mostraba más reacia). En efecto, comprender al hombre como poder significaba
comprenderlo, en sintonía con la tradición europea, como sujeto múltiple y variante de imputación de su mundo. Y esto ya planteaba la posibilidad de reconocer el
resto de las expresiones políticas de otros pueblos como posibilidades igualmente
válidas con las que hay que convivir, al mismo tiempo que abría la posibilidad de
tomar conciencia de la contingencia del propio horizonte actual de sentido (un horizonte artificial y siempre modificable que ha de ser redefinido constantemente en
la común autodeterminación política). Poco podía hacerse ya, sin embargo, a dos
años del sombrío año 1933. Como sabemos, Plessner continuaría en el exilio con
su compromiso filosófico-político, el mismo que atravesó sus obras de 1924 a 1931.
En 1935, en el exilio holandés, escribiría el libro que en 1959 se volvería a publicar
bajo el título definitivo de La nación tardía. Sobre la seducción política del espíritu
burgués [Die verspätete Nation. Über die Verführbarkeit des bürgerlichen Geistes]2
.
Allí dedicaría un fino análisis a la irreconciliación del espíritu alemán y su historia
intelectual con respecto a la República de Weimar, a la idea de Estado democrático
y a la política en general. Este sería el contrapunto realista de lo que en 1931 era
todavía una esperanza.