摘要:En el pasado sismo del 19 de septiembre de 2017 la arquitectura moderna simbolizó la catástrofe y nos mostró su aparente fragilidad estructural, al repetirse, guardada las proporciones, lo sucedido hace 32 años en el terremoto de 1985, donde múltiples estructuras se colapsaron o resultaron fuertemente dañadas. No obstante, en ese mismo lapso de tiempo la discusión en torno a ella pasó de la crítica y cuestionamiento de su vigencia teórico-conceptual a la aceptación de su caracterización como bien patrimonial, es decir, al deseo común por preservarla. En ese sentido, el reciente desastre nos impuso reconsiderar esta aceptación al poner en entredicho la relación de esta con la sociedad e, inclusive, nos llevó a cuestionarnos la factibilidad de su conservación a largo plazo.