摘要:La «tragedia filipina» no tiene buena prensa entre los estudiosos del teatro áureo.Tampoco gozaba hasta la fecha de ediciones modernas de calidad.Cuando en Francia los Garnier 1 , de la Taille 2 y consortes o, en Inglaterra, los Marlowe, Kyd, Webster y Middleton 3 llevan más de un decenio al alcance de la mano del lector, quien se atrevía con la lectura de sus coetáneos españoles se veía abocado hasta hace poco a hacerlo en unas ediciones muy difíciles de encontrar a la par que necesitadas de una buena actualización: las del conde la Viñaza (Argensola), Francisco A.de Icaza (Juan de la Cueva) y Eduardo Julià Martínez (Virués).Si no explica el desprestigio de este teatro prelopesco adolecido, precisamente, de su condición de pre-teatro, este retraso estuvo alimentando la idea de que estas tragedias eran obras de lectura prescindible, cuando, en realidad, como bien lo advirtió Froldi 4 hace tiempo ya, la correcta interpretación de este momento de la historia del teatro es de absoluta necesidad para la comprensión del mismo fenómeno de la Comedia Nueva.