摘要:El 27 de enero de 2020, se cumplieron 75 años desde la liberación de los campos de muerte de Auschwitz-Birkenau. La segunda mitad del pasado siglo quedó profundamente marcada por lo que allí se pasó, desplegando toda una reflexión cultural, filosófica, política y también teológica que potenció algunos cambios de paradigma, pero fundamentalmente una reflexión sobre la autocomprensión de esos registros del pensamiento. Tres cuartos de siglo pasados, nos encontramos ante una situación de crisis global producida por la pandemia del Covid-19. Pero desde hace algunas décadas se viene cocinando la reencarnación del fascismo, a veces tímida y otras despudoramente, desde el fascismo eterno, o Ur-Fascism, como le llamó Umberto Eco. Algunos sectores tradicionalistas (y otros más ingenuos) de las iglesias suelen sentirse atraídos por él. No siendo el cristianismo apolítico, a pesar de su distancia crítica con respecto al poder, se reclama de él el ejercicio de su vocación profética, de anuncio del Reino de Dios y denuncia de sus opositores, que se presentan a menudo disfrazados de ovejas piadosas, pero no son más que lobos rapaces (cf. Mt 7, 15). Abstract: On January 27, 2020, 75 years have passed since the liberation of the extermination camps of Auschwitz-Birkenau. The second half of the last century was deeply impacted for what happened there, and thus giving rise to a whole cultural, philosophical, political and also theological reflection which enhanced some paradigm-shifts, but above all a meditation on the self-understanding of those types of thought. Three quarters of a century passed we face now a global crisis situation generated by the Covid-19 Pandemic. From some decades now, a reincarnation of the everlasting fascism, or Ur-Fascism, as Umberto Eco has called it, is being carried on, sometimes timidly and sometimes impudently. Some traditionalist sectors (and others more naïve) of the churches often feel attracted to it. Not being apolitical, Christianity is called to exercise its prophetic vocation, albeit the critical distance it must keep regarding the power, and thus to announce the Kingdom of God and denounce its opponents, who come frequently disguised as pious sheep, but are no more than ferocious wolves (cf. Mt 7: 15).