期刊名称:Entretextos : Revista Electronica Semestral de Estudios Semióticos de la Cultura
印刷版ISSN:1696-7356
出版年度:2007
卷号:2007
期号:09
出版社:Universidad de Granada
摘要:Iuri Mijáilovich Lotman, su nombre y lo que hizo, pertenecen a la historia. Esta simple constatación resulta más complicada de entender de lo que se pueda suponer a primera vista. La historia es ‘el río del tiempo’ donde, en el interminable cambio de interpretaciones e imágenes, se revelan los contornos iniciales del fenómeno, y, por lo tanto, su individualidad inmediata, directa. Pertenecer a la historia, en el sentido de aparecer en ella en su determinación inicial irrepetible, en el lugar propio, significa justamente descubrirse en un cierto ‘aquí y ahora’ y no disolverse en la inestable fluctuación de la recepción. Pushkin vive en vísperas de la separación de la tradición cultural europea, pintada de tonos antiguos, y del origen nacional, reconocido en su particularidad, separación en la que se funda el nervio de la vida espiritual en Rusia de los años cuarenta del siglo XIX, y él, justamente por eso, es Pushkin, que se encuentra antes de esta división: lo ruso y lo mundial para él son oposición dentro de la unidad, y en su testamento poético las palabras sobre ‘toda la extensa Rusia’ [‘vsey Rusi velikoi’] siguen directamente la traducción de dos estrofas de Horacio. A Tácito lo dejaron de leer tan pronto como cerró los ojos; Frontón, educador de Marco Aurelio, hombre de la generación siguiente, la de los Antoninos, lo leía todo, pero no reparó en Tácito. En los mismos años, Juvenal recorre el panorama de la vida romana del último medio siglo: tiene una única línea en la que los filólogos perspicaces encuentran, sin fundamentos indiscutibles, una especie de mención de Tácito, su ‘ira y parcialidad’, la dialéctica trágica de sus libros ya no está; están en el siglo de los Julio-Claudia y los Flavia, antes de la “Edad de oro” de los Antoninos. No se puede imaginar a Shakespeare en el ambiente de las pasiones puritanas de los años cuarenta del siglo diecisiete. Mostrarse cada vez de manera nueva en el curso de las generaciones y de las interpretaciones que sustituyen una a la otra, no es una propiedad menor de la cultura, pero es diferente a pertenecer al tiempo anterior a que empezara lo otro, a estar en la historia ante una frontera ajena.