摘要:Uno de los grandes mitos de la historia política de nuestro país afirma que en Chile el movimiento “populista latinoamericano” de la primera mitad del siglo XX no estuvo ni siquiera cerca de manifestarse con la fuerza y el despliegue del populismo argentino, brasileño o mexicano. Acostumbrados a comprender este concepto bajo consideraciones peyorativas, o al menos un tanto despreciativas, hemos crecido oyendo sobre las características extraordinarias de la política chilena, en la que el orden imperante, el ejemplo del supuesto progreso decimonónico y el consenso mayoritario habrían impedido el auge de populistas emblemáticos, como Juan Domingo Perón, Getulio Vargas o Lázaro Cárdenas. A lo más, se sostiene que el caso de Carlos Ibáñez del Campo fue una excepcionalidad, una piedra pequeña en el camino casi perfecto de este lineamiento administrativo, antes que una práctica política racional y de largo alcance. ¿Cuán ciertas son estas aseveraciones?