Concibiendo la educación física como parte activa de la cultura física-corporal-somática en un contexto dado, este texto reflexiona sobre sus significados y funciones en las postindustriales sociedades occidentales, y cuestiona la autonomía y la capacidad de este campo para generar y transmitir una cultura corporal que no sea mera reproducción de ciertas demandas ajenas a él y que tal vez no contribuyen al bienestar de las personas ni a su consciencia democrática.