Pocas realidades tienen una convergencia tan armónica como las significadas por las palabras "comunicación" y "solidaridad". Son vocablos con buena "química" entre sí. La comunicación, para que sea tal, no es posible sin la referencia a los otros, desde el nivel de las relaciones interpersonales al de la vida social en el más amplio sentido. La solidaridad tampoco podría llevarse a cabo sin la comunicación que nos hace conocer y nos aproxima el sufrimiento de los demás, hasta sentirlo como propio y familiar.
Cada día los medios de comunicación social llegan a nuestros ojos y a nuestro corazón, haciéndonos comprender las llamadas angustiosas y urgentes de millones de personas s menos afortunadas, perjudicadas por algún desastre, natural o de origen humano; son seres humanos que están hambrientos, heridos en su cuerpo o en su espíritu, enfermos, desposeídos, refugiados, marginados, desprovistos de toda ayuda; ellos levantan los brazos hacia nosotros.