La cultura de la imagen y el culto al cuerpo son una realidad en el siglo XXI, alcanzando por igual a ambos sexos. El interés creciente del hombre por su apariencia es un fenómeno social que está cada día más consolidado. La preocupación estética masculina ha pasado de ser un aspecto vinculado a actitudes afeminadas u homosexuales, a ser una cuestión socialmente aceptada e integrada. Sin embargo, la difusión de modelos masculinos de belleza, a través de la publicidad y los medios de comunicación, parecen provocar en algunos hombres una distorsión en su percepción somática, contribuyendo así al desarrollo en los mismos de cuadros patológicos de carácter vigoréxico.