摘要:Cuando Herman Hesse trazó su percepción del pulso que late y fluye como un manantial inagotable, no se refirió sólo al fenómeno biológico, sino a la conciencia humana de vivir cada una de las emociones, cada una de las sensaciones que en el transcurso de la existencia se van palpitando al compás del día a día. Del mismo modo, Ítalo Calvino en Ti con zero1 se refería al segundo como un universo de vida, un instante en que el hombre reside en el tiempo y descubre su temporalidad. Espacios de especulación que permiten a los hombres descubrir las fluctuaciones de la historia y su sentido, distinguiendo la historicidad de los hombres que se sumergen en ese movimiento2.