摘要:El suspense sobre el futuro de la economía rusa continúa. ¿Los buenos resultados de 2000 forman parte de un episodio pasajero que no aleja la sombra de la crisis o constituyen un punto de inflexión definitivo hacia un crecimiento económico sostenido? Aparentemente, los fantasmas del pasado han sido vencidos. Sin embargo, nadie se atreve a afirmar que el final del principio ha terminado. Después del brutal desmentido que dieron los hechos a las optimistas previsiones realizadas en 1997, los observadores se muestran enormemente cautos a la hora de aventurar un pronóstico. Todos constatan que la producción viene creciendo a buen ritmo -como nunca antes lo había hecho-, que en pocos meses se ha recuperado la estabilidad monetaria y que las exportaciones disfrutan de un dinamismo sin precedentes, pero ningún analista parece confiar excesivamente en que esta evolución se mantenga durante mucho más tiempo. Y es que las mismas razones que sólo hace unos años sirvieron para anunciar que Rusia estaba dejando definitivamente atrás los años más difíciles de la transición, ya no parecen ser suficientes para animarse a señalar al año 2000 como el primero de la consolidación sistémica. Parece que las miradas han aprendido a ser más críticas (no hacia sí mismas,