Se trata un tema polémico, negligido por la bibliografía: ¿qué hacer en las restauraciones arquitectónicas de edificios románicos cuando sus elementos escultóricos (capiteles, columnas, canecillos…) están repintados según el gusto popular de los dos últimos siglos con colores chillones? Es una cuestión de canon estético y de gusto, ambos mudables según las épocas y el cambio de los criterios. Mientras, se va perdiendo un patrimonio que, además de testimonio histórico, también es artístico, y que entronca, de alguna manera, con el gusto románico de cubrir la arquitectura y sus elementos monumentales de colores vivos y contrastantes, sospechosamente en la misma línea de los repintes que hoy tienden a eliminarse sin demasiada reflexión previa.