摘要:En su reciente repaso del cine boliviano de las últimas décadas dicen Santiago Espinoza y Andrés Laguna: “Pocos son los que conocen la historia del cine boliviano, menos aún los que la han leído o experimentado, y ni hablar de los que la perciben cercana y accesible” (11). Esta queja es habitual entre los especialistas en el campo, los cinéfilos bolivianos y los aficionados al cine boliviano en cualquier lugar. Cuando hacen un recuento de la producción crítica sobre la cinematografía nacional o quieren recuperar incluso material historiográfico -véase como ejemplo el ensayo de Alba María Paz Soldán en esta colección- dan apenas con un puñado de libros que se destacan más por su carácter pionero, por inaugurar las discusiones sobre el cine boliviano, y por su carácter de únicos referentes históricos que por sus aportes originales, rigor metodológico o valor crítico. A lo que se suma que estos esfuerzos iniciales no contaron con la continuidad necesaria para instaurar una tradición crítica o historiográfica, mucho menos para hacer escuela. La queja se convierte casi en acusación: como industria menor, como manifestación cultural lateral, el cine en Bolivia es descuidado por el Establishment intelectual y desatendido no solo por el Estado, sino también por los académicos y las editoriales. En general secompara este panorama sombrío con el apenas menos sombrío de las cinematografías más desarrolladas de la región, sobre las que puede recuperarse una historia de la crítica que es al menos asimilable en importancia al tamaño de la industria: el corpus de historia y crítica del cine mexicano, o la profusa práctica de crítica cinematográfica en la prensa periódica argentina desde principios del siglo XX, o actualmente en la blogósfera, por ejemplo. Es indudable que la atención y el trabajo crítico sobre los respectivos “cines nacionales” son y han sido más copiosos y exuberantes en los países de la región con mayores niveles de producción actual o histórica (México, Brasil, Argentina, Cuba) que en Bolivia – y hay muchos factores que explican esta diferencia – pero me gustaría poner en juego aquí ciertos elementos que pueden neutralizar (si no revertir) esa sensación generalizada de indolencia crítica sobre el cine boliviano.