El auge de la agricultura hortofrutícola de exportación y el desarrollo urbano turístico del litoral ha planteado en los últimos treinta años en las provincias de Murcia y Alicante la búsqueda de una solución a la carencia de disponibilidades hídricas, que en una primera etapa se intentó solucionar mediante la captación de aguas subterráneas autóctonas para continuar su aprovechamiento en las tierras del traspaís y finalmente plantear la necesidad de realizar transvases de aguas desde cuencas hidrológicas lejanas, como ha sido el caso de la traída de caudales desde el Tajo al Segura. Los volúmenes trasvasados durante los siete años de funcionamiento del dicho trasvase han sido de alrededor de 200 Hm3/año, por término medio, aunque las previsiones son de alcanzar los 600 Hm3/año. Con ellos y el ahorro producido en las dotaciones de las huertas tradicionales, que han reducido a 4.000 m3/hect. y año los consumos, se ha podido alcanzar una superficie transformada de secano en regadío de 113.065 hectáreas, de las cuales unas 30.000 lo han sido utilizando aguas subterráneas y depuradas después de un aprovechamiento urbano e industrial.