La quiebra del urbanismo positivista de los años sesenta y setenta precipita en los ochenta nuevos conceptos y prácticas de intervención en la ciudad. El urbanismo "recualificador" de la última generación en nuestros Centros Históricos se constituye en alternativa al ultraconservacionismo y a la renovación especulativa, evidenciando que la ciudad no es un instrumento de hacer dinero fácil y rápido, sino el marco de convivencia diaria sujeta a unas reglas claras de juego. No hay presente sin pasado y, por ello, la rehabilitación integrada pretende construir el patrimonio del futuro sobre el patrimonio heredado.