La expansión del Estado burgués es significativa en el Perú en el curso del siglo XX , pero en particular a partir de la década del 50, coincidiendo con la expansión de la economía mercantil. Sobre la evolución capitalista y la lucha de clases que ocasionaban, de hecho, una expansión de las funciones del aparato del Estado y una tendencia a una mayor centralización de sus funciones, se sitúa el proyecto reformista iniciado en 1968. Este proyecto le da a esta evolución un rasgo particular. Uno de los aspectos saltantes del proceso político iniciado en 1968 fue el de dotar al Estado de un papel mucho más activo en la sociedad y en la economía peruana. Se expropiaron diversas empresas que pasaron a manos del Estado y éste fue asumiendo una actividad empresarial nunca antes vista en el Perú. Otro aspecto significativo del proceso reformista y que se encuentra a la base de éste, es el de buscar, por diversos medios y mecanismos, articular una alianza con sectores del pueblo para bloquear una salida revolucionaria que pudiese encabezar el proletariado. Es verdad que en 1968 no estaba a la orden del día esta salida revolucionaria, pero estaba fresca aún la experiencia de las guerrillas de 1965 y las masivas invasiones de tierras por campesinos a comienzos de la década. Esta situación y la crisis de hegemonía que le daba un margen de autonomía a la Fuerza Armada, permiten que esta búsqueda de "seguridad interna" se dé mediante un programa reformista. Uno y otro aspecto están presentes con toda claridad en el sector rural peruano, en donde se aplica una reforma agraria relativamente avanzada desde 1969.