Surgido de una guerra civil, que destrozó y desarticuló completamente a los vencidos, y asentado sobre la base de una dictadura que no dejaba fisuras para la actividad organizada de ningún grupo de oposición, el régimen del general Franco consiguió pronto una estabilidad que supo mantener hasta el final de sus días. Pocos cambios, por no decir ninguno, había experimentado desde implantación en cuanto a sus grandes líneas político-sociales: unidad y uniformidad del país, ahogando cualquier manifestación de diferenciación cultural por parte de catalanes o vascos; sistema de partido único - el llamado "Movimiento Nacional" - , que ni siquiera resultaba ya operativo desde los años 60, con prohibición expresa de asociaciones con fines políticos; ausencia de libertades públicas; sindicato vertical y obligatorio; confesionalidad católica e íntima unión Iglesia-Estado; y modelo económico capitalista con escasa planificación o dirigismo estatal. La única novedad en los 40 años empezaba y terminaba en la institucionalización de una "democracia orgánica" para la elección de algunos diputados a las Cortes, que no representaban más que a sí mismos en un Legislativo sin la más mínima autonomía.