La última crisis del Estado en América Latina ha ocurrido con el auge del neoliberalismo, más o menos desde 1980. En medio de ella, la lucha por la democracia sigue siendo, en última instancia, una lucha por el socialismo democrático, y la lucha neofascista o la de democracia limitada, sigue siendo una lucha por el imperialismo y por la reproducción ampliada y conquistadora del capitalismo. La lucha por la democracia social, nacional, de la mayoría contra la democracia neoliberal, transnacional y de minorías o élites políticas, parece haberse convertido en una lucha de primera importancia, con objetivos esenciales de tipo democrático, que se proponen en forma permanente y consustancial al nuevo proyecto histórico.