A un costo ecológico y social estremecedor, Brasil continúa avanzando en su política de desarrollo. La devastación de la Amazonia constituye el caso más relevante y al mismo tiempo el más difundido, aunque no el único. Lejos de justificar esa empresa, habría que señalar que la responsabilidad por los desequilibrios y peligros ecológicos del planeta reside de manera inapelable en los países altamente industrializados.