A poco más de dos años de la vuelta de Carlos Andrés Pérez a la Presidencia, la situación social y política de Venezuela se presenta con características difíciles. A diferencia y hasta a contracorriente de lo que muchos analistas y estudiosos pensaron a comienzos de 1989, no se ha avanzado en la definición y el diseño de un nuevo modelo de desarrollo; se han profundizado los rasgos de crisis de la sociedad y de la democracia; no se ha llegado a una nueva manera de hacer política; se han afianzado viejos vicios en la relación entre Estado y sociedad civil. En breve: se corre el peligro de que las frustraciones de las grandes mayorías aumenten todavía más y conlleven niveles aún mayores de apatía y de inercia en el funcionamiento del sistema político y de conflictividad en la sociedad.