Se dice del Ecuador que a este país todo nos llega tarde, mal y aprisa: así ocurrió con el ferrocarril, la T.V, la industrialización y el petróleo; y ahora con el narcotráfico y la ola neoliberal. Estos retrasos de la historia también han permitido al Ecuador conjurar ciertos vértigos de catástrofe y procesos extremistas. Aquí las dictaduras fueron blandas, los conatos guerrilleros efímeros, no se han dado las condiciones para un posible «caracazo» o «senderización» de la sociedad, y si los gobiernos se tambalean, y se llega a secuestrar a un presidente de la República (en 1986), todo termina en negociaciones palaciegas, callejeras o de cuartel.