Luego de haber asistido a varias «agonías» provocadas por la novelería de algunos tratadistas, que ansiaban ver a como dé lugar la llegada de «la modernidad», el populismo --en términos amplios, sin complicarlo con el prefijo neo-- mantendría su vigencia, al menos como discurso político, contradiciendo también a quienes sostienen que «el debate sobre populismo se encuentra conceptualmente agotado». Ahora, después del triunfo electoral de Abdalá Bucaram Ortiz, su máximo cultor (no el único), y curiosamente en medio de un mundo atravesado por el neoliberalismo, recobra fuerza el populismo en tanto posibilidad permanente o al menos recurrente.