El 30 de noviembre de 1997 los hondureños acudieron por sexta vez consecutiva a elecciones en los últimos 17 años, eligiendo como nuevo presidente al liberal Carlos Flores Facussé y ratificando, con su afluencia a las urnas, dos rasgos claves de la joven institucionalidad democrática de este país centroamericano: 1) la consolidación del proceso electoral iniciado bajo el fuego e incertidumbre del conflicto centroamericano en 1980; y 2) el marcado acento conservador del electorado, un 95% del cual votó a favor de los dos partidos tradicionales que han dominado el escenario político de Honduras a lo largo del siglo. De acuerdo con el cómputo final del Tribunal Nacional de Elecciones (TNE), divulgado 29 días después del escrutinio, de los casi 2.900.000 electores en capacidad de votar, poco menos de dos millones acudieron a las urnas, de los cuales superaron el millón quienes lo hicieron a favor del candidato liberal.