En menos de una década, la problemática ambiental brasileña se ha visto radicalmente modificada como consecuencia de cambios producidos en la ideología de los militantes ambientalistas, en la mentalidad ambiental de amplios sectores de la población, y en la globalización de experiencias relacionadas con los desafíos ecológicos. La percepción de los especialistas y de la opinión pública acerca del medio ambiente es más avanzada y coherente que la del actual gobierno, cuyo presidente malgasta su capital política reproduciendo el tradicional esquema político brasileño de componer acuerdos privados entre los sectores altos. De todos modos, la selva amazónica parece haberse salvado del destino que tuvieron la Araucaria y Atlántica.