El deporte moderno nace en Inglaterra a mediados del siglo pasado; se exporta a América Latina -con las políticas expansivas de los capitales ingleses- en el último tercio de la centuria. Hay que esperar un siglo para que las ciencias sociales latinoamericanas produzcan discursos explicativos e interpretativos, reconocidos institucionalmente, con el aval de las comunidades científicas. Hoy, el deporte invade todos los reductos de la cotidianeidad, transformándose en uno de los principales productores de identidades, constituyendo el mayor ritual secular de masas, produciendo la mayor facturación de la industria cultural. En ese panorama expansivo, de deportivización de nuestras sociedades, las ciencias sociales deben interrogar al fenómeno, tanto con vistas a producir saberes novedosos sobre un objeto cambiante y multiforme, como para colaborar en la gestación de políticas públicas específicas.