Instalado profundamente desde hace un siglo en el imaginario colectivo, como instancia privilegiada de sociabilidad popular y masiva, el fútbol profesional en los países sudamericanos se ve enfrentado a nuevos desafíos planteados por la modernización globalizadora, que apuntan a que su carácter de espectáculo-mercancía termine por despegarse totalmente de sus complejas e imbricadas relaciones con el cuerpo social, mantenidas más o menos complementariamente durante décadas. Dado que lo mismo sucede en otras prácticas sociales, la pregunta ¿hacia dónde va nuestro fút- bol? equivale a interrogarse acerca de ¿hacia dónde vamos todos? Algunos lo llaman «la última pasión del siglo». Negocio, enajenación, juego, entretención, expresión cultural. De todo se dice sobre el fútbol, como si fuera posible reducirlo a alguna de sus características. La propuesta de estas líneas es la contraria: ni una cosa, ni otra, sino todas juntas, en una mezcla compleja y abigarrada.