El artículo analiza el proceso político hondureño, caracterizado por una elite partidaria que no está dispuesta a efectuar las reformas requeridas para acrecentar la democracia y legitimar el sistema institucional. Ese grupo de poder obstaculiza los cambios que reclama la sociedad en su conjunto, y también tiende a perpetuar un esquema económico que implicará mayores penurias para la mayoría de la población. Luego del huracán Mitch, en 1998, el país no ha podido recuperarse. Las remesas de emigrantes constituyen el principal rubro de ingresos mientras los sectores económicos dinamizadores continúan en descenso. El presidente Maduro asumió el mandato con el compromiso de realizar los cambios necesarios, pero su tibia gestión carece de resultados.
This article analyzes the current political process in Honduras, characterized by a party elite that is not willing to introduce the reforms required in order to consolidate democracy and legitimate the institutional system. This power group blocks the changes that the entire society is demanding and also tends to perpetuate an economic scheme that implies increasing sacrifices for the majority of the population. After the hurricane Mitch, in 1998, the country was unable to recover. Remittances from emigrants abroad constitute the major source of income while those sectors of the economy capable of stimulating a recovery continue to stagnate. President Maduro assumed the compromise to introduce the necessary changes his lukewarm administration has little to show by way of results.