摘要:El modelo mexicano de comunicación política tiene pocas fortalezas y significativas debilidades. La regulación y las presiones a las que está sometida la esfera pública aumentan las distorsiones comunicativas y se suman a la compleja tarea de hacer comunicación electoral y de gobierno. Estos factores limitan los alcances de la libertad de expresión y debilitan su práctica y su aprecio social, a lo cual se suma el impacto de Internet, que rebasa con mucho la arena electoral. No obstante, puesto en perspectiva histórica, el activismo de los internautas durante la elección de 2012 representa un punto de quiebre en las reglas del juego de la comunicación política y en el acomodo de sus actores. Si pensamos que Internet es un actor legitimado para hablar de política, el diálogo social con los políticos potencialmente puede tener un carácter más horizontal y menos afectado por la mediación perversa de los medios y las encuestas, siempre y cuando la red no sucumba a los intentos regulatorios que la acechan.