摘要:Hacia 1998, después de dos largas administraciones del Dr. Nakajima, el hondo proceso de burocratización en que había caído la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue enfrentado por los países ricos de su membresía con un giro que, llevando a Estados Unidos a la cabeza, apostó por una candidatura de consenso para la dirección general de la Organización: la de la Dra. Gro Harlem Brundtland. Ex Primera Ministro de Noruega, autora de un socorrido informe sobre desarrollo sustentable (1987) y egresada de la Escuela de Salud Pública de Harvard, Brundtland se propuso ventilar la casa aprovechando los aires modernizadores que ya habían circulado, una década antes, por otros dos establecimientos: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. A través de un lenguaje gerencial aderezado con lecturas sistémicas de los servicios de salud y su desempeño, los pobres aparecieron en la nueva agenda mundial de la salud. Pero ¿se trata de una agenda bienintencionada? ¿ganan algo con ella los pobres?