摘要:El poder sobre la vida y la muerte ha estado vinculado a los dioses, porque ellos son entidades externas al mundo de las cosas, son ellos quienes pueden obrar sobre las fuerzas que las animan. Pero los seres humanos han contado con embajadores quienes tienen influencia con los dioses o, a la manera de Prometeo, han podido robarles sus poderes. Los mediums o medicums, esos sacerdotes del cuerpo, poseen los secretos de los dioses y en virtud de ese poder tienen acceso, casi sin límites, a nuestro cuerpo: nos desnudan, nos tocan, abren nuestras entrañas, nos administran sus brebajes misteriosos y, después de que hemos perdido esos 21 gramos que nos mantienen con vida, declaran oficialmente que estamos muertos. En ese tránsito entre el nacimiento y el último suspiro, la enfermedad es una premonición del fin y la salud nos aproxima a la eternidad, es por ello que la salud es y ha sido la gran persecución de la humanidad, porque evita o retarda la fatalidad de la muerte, por extensión o metáfora, la salud transita desde lo individual hasta lo social y lo cósmico (1). Ahora bien, la salud como proceso vital del hombre no ha sido ajena a los cambios epistemológicos por los cuales ha atravesado la ciencia, lo que ha hecho que el concepto haya evolucionado o involucionado dependiendo de los paradigmas en los que en ocasiones nos ubicamos. De dicha evolución epistemológica me ocuparé en este trabajo y para ello analizaré los cambios del término "salud" desde "la concepción tradicional" hasta la "concepción posmoderna".
其他摘要:The power to act on life and death has been assigned to gods, because they are external entities to the material world that can act upon the beings of said world. But human beings have counted on their influencing ambassadors to the gods or, as Prometheus said, they have been able to steal their powers. Mediums or medicums, these priests to the body, are endowed with the gods’ secrets and, due to this power, they have an unlimited access to our body: they undress us, touch us, open our entrails, provide us with mysterious concoctions and, after we have lost these 21 grams3 that keep us alive, they officially declare that we are dead. And it is in the course of this passage from birth to the last sigh that disease constitutes a premonition of the end and health places us near eternity. As a result, health is the great pursuit of humankind, as it avoids or delays the fatality of death. And as an extension or metaphor, health moves from the individual to the social and cosmic dimensions (1). Health, as a vital process to mankind, has not been excluded from the epistemological changes that science has undergone. Accordingly, the concept has egressed or regressed depending on the paradigms we sometimes defend.